Hola, Bienvenido al camino de luz, soy Soledad Silva Fernandez. ¿Hey, cual es el tema de hoy? El tema de hoy es la crianza de nosotros mismos. ¿Puedes creerlo? Resulta que cuando nacimos, nos tuvimos que adaptar a una familia, a creencias, a dolores, a formas que tenía nuestro papá, que tenía nuestra mamá, esos vínculos que estaban ahí. Y eso es lo que nos pareció normal. Eso es lo que nos pareció más sano.
Esos son los seres que más amamos en el mundo, nuestra mamá y nuestro papá. Y eso hizo que como los admiramos y los amamos tanto y los necesitamos tanto, nos adaptamos a esas estructuras. ¿Qué pasa después? Nos enamoramos. Cuando nos enamoramos, vemos maripositas. Nos parece que el otro es perfecto. Le conocemos su parte ideal, su parte primera, no esas primeras cáscaras y máscaras que el otro tuvo para presentarse, para mostrarnos quiénes y también nosotros, obviamente, le mostramos nuestra mejor faceta. Ah, claro, eso está buenísimo. ¿Ahora qué pasa?
¿Por qué las parejas duran tan poco cuando tienen un hijo dos o tres años?
¿Capaz uno no? O sea, pasan muchas cosas cuando aparece el bebé. Está todo divino en los primeros tiempos, donde cada uno puede sostener su ideal de sí mismo, o eso que pudo desarrollar cuando creció. ¿Pero cuando aparece el bebé, qué es lo que pasa? ¿Primero tenemos un mini paraíso porque? Porque nace ese ser que acaba de llegar del cielo y nos trae todo ese amor incondicional, toda esa apertura, toda esa magia.
Pero después apenas empieza un poquitito a crecer, sin querer queriendo, se nos abren puertas que nos llevan en el inconsciente, en esta parte de nosotros que no vemos, que es justamente lo que aparece por nuestra espalda, nos lleva a los momentos de la misma edad que tiene nuestro bebé, a las situaciones de nuestra propia autobiografía, a aquellas cosas que nosotros vivimos mientras crecíamos.
Nosotros tenemos como un espejo con nuestro hijo en cada edad de lo que nos fue ocurriendo mientras nosotros estábamos encarnando, o sea, mientras nosotros tuvimos que salir a esta vida de este mundo. Y claro, en la pareja empiezan a aparecer seres en el otro o en la otra que no conocía, no seres de adentro, inseguridades, miedos, nervios, autoridades, faltas de autoridad y de límites.
Aparecen un montón, un montón, un montón de conflictos que teníamos en el inconsciente y que de pronto se hacen visibles y de repente no reconocemos más a esa persona llena de maripositas y de situaciones que nos encendían.
Además de que por supuesto, cuando aparece el bebé y toda esa fuerza que nos hace dejar mi me gusta decir dejar estar flaco, como que antes éramos nosotros mismos solos y después estamos más gordos porque nuestra aura y nuestra energía aparecen y se nos pega a nuestros hijos que están también tomando de nuestra energía.
¿Entonces, qué es lo que ocurre cuando empezamos a engordar, a tener estas personitas que también necesitan nuestra energía? Nosotros también estamos desarrollándonos, preguntándonos cosas, sintiendo cosas nuevas y ya no estamos disponibles 100% a mostrarle nuestra mejor faceta a la persona que elegimos para compartir. Entonces empiezan a salir todos estos monstruos del inconsciente que pueden ser sutiles pero nos hace ser irreconocibles para la persona que nos eligió, porque no tiene por qué saber.
¿Es como imposible saber nuestra autobiografía, no?
Entonces el proceso de la auto crianza sería revisar conscientemente nuestra propia biografía, no revisar conscientemente nuestra historia personal. ¿Qué pasaba con nuestra mamá, qué pasaba con nuestro papá cuando éramos chiquitos? Realmente nuestra mamá dejó su trabajo, dejó sus sueños, dejó su vida para podernos criar.
Vieron como siempre se dijo y después viene el nido vacío. La madre le da toda la energía, toda la fuerza al hijo, deja todo lo propio, se auto censura, se auto limita, queda enojada porque después nos crían con enojo y nos echan la culpa inconscientemente. Todo esto ya es historia vieja. Nosotros estamos intentando ahora realizarnos a nosotros mismos, ocuparnos de miles de cosas. Ahora que se puede. Por zoom, todos estamos con un teléfono pegado en la oreja haciendo algo diferente.
¿Pero cómo? ¿Al final podemos o no podemos prestarle la atención que requiere ese niño que está absorbiendo de nosotros todo lo que aprende del mundo? ¿Y qué pasa con nuestra pareja? ¿Qué pasa con esta relación que elegimos cuando éramos flacos, cuando estábamos solo con nosotros y de repente ahora tenemos que compartirnos con todas estas nuevas responsabilidades qué es lo que pasa?
La crianza que nosotros tuvimos es determinante
Entonces, bueno, el camino de luz es todo esto es iluminar nuestras sombras, iluminar lo que nos ocultamos hasta de nosotros mismos, lo que negamos. Te doy un ejemplo, un ejemplo chiquitito. Por ejemplo, nuestro hijo llora, nuestro hijo de un año. Por ejemplo, a mí me salía todo el tiempo hacerle como callarlo y calmarlo, ponerlo en la teta, hacer un montón de cosas para que esté contento. ¿Por qué? Porque me dolía mi propia niña, porque no tenía ganas de conectar con mis propios dolores, ausencias, con esas cuestiones que me tenía que conectar yo y sanar para permitirle a mi niño expresar todas sus emociones. P
Porque verdaderamente nacimos humanos, tenemos emociones y lo mejor sería abrazarlas, sería contenerlas. Ahora podemos dar lo que no tenemos. Y entonces lo interesante es ocuparnos de abrazarnos a nosotros mismos para después tener la capacidad de abrazar al otro. Y esto vale tanto para nuestros niños como para nuestro niño interno como para el niño de nuestra pareja.
Si quieres conocer más sobre el trabajo de la escritora e investigadora espiritual Soledad Silva Fernández, te invitamos a hacer clic aquí.