Los niños no aprenden a ser respetuosos porque cada vez que faltan al respeto a alguien les pegamos un bofetón y los castigamos en el cuarto oscuro. Aprenden a ser respetuosos cuando les respetamos a ellos y cuando nos ven respetar a otras personas.
Y aquellos padres, por ejemplo, que cuando están viendo un partido de fútbol en el salón de su casa mientras su hijo juega por ahí, empiezan a gritar árbitro desgraciado, ¡estás vendido, imbécil! Pero no, cualquier otra educación que les quieran dar, luego no va a servir de nada. Es decir, que que ahora le voy a explicar la teoría del juego limpio. Después de lo que me ha visto hacer. Tendríamos que reflexionar un poco más sobre los ejemplos que damos.
Uno de los lemas que nos guían en Mamiya es que si cambiamos la manera de criar, podemos cambiar al mundo. Es como una utopía, pero por sobre todo la crianza es tan importante y marca tanto el primer vínculo como vos decías que también. Yo siempre digo que uno ama como es.
En esto que vos decías si vos no amas a tus padres o no sos respetuoso con tus padres, con tu pareja, no lo vas a hacer con tus hijos, pero porque vos no lo sos. Como que uno establece los vínculos con la gente que quiere por cómo es y qué paradoja. ¿Que queremos a nuestros hijos, a nuestros padres, a nuestra pareja y por ahí no es a la gente a la que mejor tratamos, no?
Hay que tener una mayor comprensión con los niños
No, no se preocupe casi nunca. Pero precisamente por eso tenemos que ser más comprensivos con nuestros hijos. ¿Que les pasa lo mismo? A ver que discutes con tu marido o con tu esposa por cosas con las que jamás discutiría con el dependiente de una tienda o con un compañero de trabajo. Y es normal hasta cierto punto, porque uno discute más allá donde se siente seguro de que le seguirán queriendo, aunque discuta. ¿Entonces no? Es más fácil que protestes de la comida en casa que en un restaurante. Así, tal cual. Y en un restaurante estás pagando.
Pero te aguantas porque no te vas a peinar, ponerte a pelear con un camarero. Pero en cambio, ponerse a pelear con la pareja es más fácil. Y bueno, tenemos que comprender que a nuestros hijos también les pasa eso. Es decir, para ellos es más fácil discutir con su madre o con su padre que discutir con un profesor o con su pediatra o con un desconocido. Es lógico.
Pero por otra parte, al tiempo que comprendemos que a nuestros hijos les ocurren esas cosas, tenemos que intentar limitar esas cosas. Porque, a ver, empiezo diciendo que tenemos que comprender que nuestros hijos son como nosotros, pero por otra parte, tampoco deberíamos ser como nuestros hijos. Es decir, tendríamos que ser un poco más maduros. A los 20 y pico 30 años que a los dos o a los cuatro.
No podemos discutir por todo
Y tendríamos que intentar limitar esa manía que tenemos de discutir por tonterías con los seres amados y curiosamente, con el ser amado con el que habitualmente más discutimos es con nuestros hijos. Es decir, a ver si uno discute con su pareja, con sus padres, con sus hermanos, pero yo creo que la inmensa mayoría con quienes más discuten es con sus propios hijos y a menudo hay una explicación.
Es que claro, el estrés de la vida moderna, el trabajo, el no sé qué tantas horas está aguantando tanto y no sé qué. Y entonces llegas a casa y pierdes los nervios y lo pagas con tu hijo y le gritas y hasta le pegas un bofetón. Y por una parte lo comprendo. Sí, sí, comprendo el estrés y tal cual, pero por otra, también pienso.
A ver, estabas muy estresado en el trabajo, muy mala relación con el jefe, los compañeros, no sé qué. El estrés. Saliste del trabajo, subiste al autobús, no te peleaste con nadie. ¿Pasaste a tomarte un café? ¿Lo pediste? Por favor. Diste las gracias al camarero que te trajo el café. ¿Pasaste a comprar el pan? Pediste Por favor, deme una barra de pan. Diste las gracias y de pronto llegas a casa y es con tu hijo con el que pierde los nervios.
No podrías desahogarte peleándote con el conductor del autobús o con o con el camarero y llegar a tu hijo a tu casa ya desgraciado. Entonces, si por una parte es comprensible que a veces perdemos los nervios, pero también tendríamos que esforzarnos por no perderlos tanto.
Si quieres conocer más sobre el trabajo del Pediatra Carlos Gonzalez, te invitamos a ver una entrevista que le hicimos, solo debes hacer clic aquí.